El Batallón de Paracaidistas refuerza a 30 soldados en retirada, Usulután a inicios de 1986

Una de las operaciones más intensas de mi tiempo en el Batallón de Paracaidistas fue cuando llegamos en 10 helicópteros a interponernos entre 30 soldados que estaban retrocediendo ante el ataque de unos 60 guerrilleros a plena luz del día en Usulután a principios de 1986. ‪Cuando estábamos a unos 800 mts. comenzamos a recibir intenso fuego antiaéreo. Veíamos las balas trazadoras de ametralladoras subir y pasar muy cerca de los helicópteros. Parecía que nos estaban esperando. Pero los valientes pilotos continuaron la aproximación como si nada. ‪Cuando ya estábamos a unos 200 mts. podíamos ver el combate desde el aire. La acción era intensa, pero me parecía como en cámara lenta, como en una película. Al vernos, los soldados que estaban retrocediendo se detuvieron y nos saludaron con una gran sonrisa en sus rostros. ‪Por su parte, cuando los guerrilleros vieron que los helicópteros mantenían su curso y que 100 paracaidistas estábamos a punto de desembarcar, comenzaron a huir en grupos pequeños en varias direcciones. ‪Los paracaidistas desembarcamos en medio de los soldados y los guerrilleros, mientras los helicópteros artillados que nos acompañaban (UH-1M y Hughes 500) ya habían neutralizado el fuego antiaéreo y disparaban sus ametralladoras y cohetes contra los guerrilleros que huían. ‪Ese día los paracaidistas no tuvimos ninguna baja. Pero además del fuego antiaéreo “enemigo” cuando íbamos en los helicópteros y del fuego “enemigo” que recibimos en el momento del desembarco, estuvimos muy cerca de tener bajas en otras dos ocasiones más, por fuego “amigo”. ‪Primero, un avión jet A-37 apareció de repente y lanzó una bomba de 500 lbs a un grupo de guerrilleros que se metieron huyendo a un barranco adelante de nosotros. Nos cayó tierra encima y nos quedaron zumbando los oídos. Pero afortunadamente no habíamos entrado al barranco. ‪La segunda ocasión fue al amanecer del día siguiente, cuando algún oficial de otra unidad nos vio por binoculares y pidió fuego de artillería sobre nuestra posición. El primer proyectil pasó muy cerca, pero logramos llamar por radio y detener el “fuego de efecto” a tiempo. ‪Esas dos situaciones de fuego “amigo” fueron por falta de coordinación. Nunca nos había sucedido algo así y nunca más volvió a suceder. El fuego “amigo” no es ningún amigo. Ese día salimos bien . . . gracias a Dios!!! ‬ ‪(Mi respeto y admiración para los pilotos de los helicópteros!!!)

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